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tiempo-muerto

Poesías y demás

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Catedrales

He visto catedrales que se disparan hacia el cielo,
Altas, sombrías, poderosas, y con un ligero olor a humedad.
En las que el pueblo grita enardecido sus plegarias,
Para que en tristes ecos retumben en los oídos de su deidad.

He visto vidrieras que dirigían su luz refractada,
Sobre las lápidas esculpidas de los santos.
Dibujando formas sobre los insignes epitafios,
Que ya el paso del tiempos redujo a barro.

He visto arrodillarse a los hombres ante un crucifijo,
Y a las madres llorar el recuerdo de otro hijo.
He visto bóvedas que se elevaban hacia los cielos,
Y gárgolas que más que agua escupían miedo.

He visto la enormidad en los ojos de los fieles,
Y he sentido vértigo al verles rezar.
Y en la grandeza de los monumentos del hombre,
He entendido su más honda miseria.

Dormidos

Mi destino, mantiene un rumbo inerte hacia el vacío.
Los pasos, caen sobre el suelo como fichas de dominó;
Escribiendo círculos cerrados en un mismo espacio,
Enredados en el tiempo, cruzándose en su propio sentido.

Y mañana; soñarán mis labios con la seda de otros labios,
Y mañana; llorarán mis ojos a la luz de los recuerdos.
Mis manos que arañaban la pared, hoy son de hielo,
Y como escarcha se quiebra la punta de mis dedos.

Y mientras los impulsos aún bostecen en mi mente.
Y mientras las revoluciones sean un sueño todavía.
Mientras el hastío sea la brutal droga que me vence,
Mientras siga huyendo del infierno de mi presencia.

El conformismo, me acomodará en su indolencia,
Refutando sueños, libertades, e ilusiones,
Con los ojos cerrados, me arrullaré en mi desidia,
Durmiendo la plácida siesta que es mi vida.

De "En Nombre De La Decadencia"

La Parada

Salgo corriendo del portal, corriendo sin mirar atrás. Sin mirar atrás como no se mira a los amores que nunca van a volver en aquellos domingos de primavera. Algo te incita a volver la cabeza emocionado, pero tu sigues adelante a toda prisa, como si alguien te persiguiera, alguien que no es nadie salvo tu mismo.
Bajo la cuesta con la mirada fija en la parada del autobús. Allí no hay nadie salvo un cartel con un anuncio de una mujer en lencería.
Me siento en la parada. Espero a ese autobús que me debe llevar tan lejos. Espero esa oportunidad de dejar este mundo. Espero como se espera a una novia que nunca sabes si va a aparecer.
De repente aparece el autobús, doblando la última curva antes de llegar a tu encuentro. Es un enorme autobús verde que avanza con paso firme, sin pensar siquiera a donde se dirige. Yo quiero subirme a ese autobús.
Pero el autobús pasa indiferente ante mí, continuando su trayecto. Yo corro tras el.